Fiesta popular

Publicado en por carlos

Desde los preparativos ya hubo señales de que la fiesta sería un acontecimiento popular. Los muchachos de “juventud” habían estado organizándose para salir a regalar escarapelas a toda la concurrencia y se hablaba  de que ya estaba en el pueblo el ministro de desarrollo del gobierno provincial, que venía en representación del mismo gobernador, quien se encontraba en los Alpes suizos buscando una solución para el grave problema habitacional de de la región. La cita era a las 19 hs. en la plaza central y, a esa hora en punto, la banda de la policía comenzó a ejecutar canciones populares y la gente empezó a concentrarse. Por una de las esquinas de la larga calle principal se vio aparecer a los primeros integrantes del desfile. Con la bandera argentina bien en alto,  sus uniformes impecables y marcando el paso disciplinadamente, venía el grupo de Boy Scouts “María de los Incautos” que desde hacía ya 30 años desempeñaban actividades de buenaventuranza bajo la tutoría del padre Miguel, jefe espiritual de la comarca. Detrás de ellos hizo su aparición el cuerpo de bomberos, vestidos en sus galas de rojo y negro, algunos trepados prolijamente al viejo camión Mercedes Benz, y los más jóvenes a pié y en formación, con botas de goma a pesar de los 36º C,  y con orgulloso porte. Le siguieron la policía y también el cuerpo de la Cruz Roja, con su abanderada de heroica capa granate, y cofia. No tardó en hacerse presente, en una carroza improvisada sobre la camioneta menos vieja de Obras Públicas, la reina rubia y las dos princesas morochas sonriendo y saludando desde lo alto del cajón de herramientas del vehículo. En el palco varios concejales, el comisario, la directora de la escuela del centro (Prof. Silvita Orzundi de Agarrastagarcha), algunos secretarios y otros personajes cuya función permaneció siempre en el misterio, recibían y devolvían saludos y respetos al paso del cortejo. Sin embargo era notable la ausencia del Intendente, porque aunque allí estaba su esposa, brillando entre las chispas doradas de sus aros, anillos, colgantes y prendedores, el intendente era un volumen de ausencia.

Repentinamente se oyó un tumulto doblar la esquina desde donde brotaba el desfile, y allí, en medio de una ovación, apareció montado en su motocicleta Super Kawasaki Turbo 2000, el “Pucho” Perez, intendente de todos. Vestido juvenilmente con traje náutico y remera, bronceado y peinado por alguien muy hábil, haciendo sonar la divertida bocina de su reluciente rodado y escoltado por dos motocicletas de la policía provincial. Uno de los tantos niños que saludaban su paso le gritó “Pucho!!” y Pucho paró, y la madre orgullosa  sentó al niño en la motocicleta, detrás del funcionario que siguió  su camino hacia el palco a baja velocidad pero haciendo rugir cada tanto el poderoso motor de su máquina. Cuando el director de la banda de la policía lo vio aparecer, detuvo en seco la ejecución de la melodía que interpretaban y luego de un golpe de batuta y un enfático gesto con las cejas a los músicos, comenzó a sonar, según lo acordado con la gente de Protocolo, una versión instrumental de Satisfaction de los Rolling Stones. El intendente sonreía y aceleraba su moto, y al llegar al palco y luego de que la madre bajara al niño del asiento trasero, el mandatario comunal ejecutó el único truco que había aprendido en su moto, girando en el lugar con el acelerador a fondo y haciendo salir un espeso humo blanco de la cubierta trasera que se quemaba por la fricción. La gente enloquecida coreaba su nombre Pu cho… Pu cho…!!!  . Pucho se bajó de la moto que fue retirada de la calle y subió al palco donde recibió el saludo de allegados entre aplausos  y efusivos abrazos que palmeaban en la espalda y besos entrecortados por frases de aliento y felicitación. Luego se dio vuelta saludando una vez más a la gente con sus brazos en alto. Entre los gritos de la multitud, el presentador oficial hizo sonar su grave voz por los enormes parlantes agradeciendo al público en una jerga de sinónimos insólitos el haber concurrido a tan importante festejo cívico. Luego una hermosa joven surgió de uno de los costados del palco empujando un carrito con una enorme torta de seis pisos exquisitamente decorada con el escudo del municipio, y mientras la banda de la policía comenzaba a tocar el “feliz cumpleaños” y los aplausos atronaban en toda la plaza y los fuegos artificiales empezaban a iluminar el cielo con diseños deslumbrantes, se desplegó un enorme pasacalle frente al cortejo oficial con la inolvidable, con la esperada frase. “¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS PUCHO!!”.

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